Con el alma desnuda
2000 – 2010
Con el alma desnuda
Existe dentro del universo de la pintura un mundo aparte lleno de magia y transparencia donde la virtud y el don de la sensibilidad son imprescindibles. Este es el mundo de la ACUARELA: un mundo difícil y hermoso en el que resulta un privilegio permanecer y destacar.
MANUEL FUENTES, es uno de los pocos pintores que con disciplina y tesonería incursiona Enel reto constante del lavado y la transparencia; empírico y autodidacta, está dotado de una sensibilidad oradora sin límites, preocupado por una temática seria y profunda preñada de un dramatismo deliberado a veces trágico… otra llena de una dulzura infinita.
Su obra, situada en la esfera del realismo poético, es buena muestra de su preocupación humanista; la cual, paralela a su maestría en marcha, la convierten en imperecedera y trascendente perfilándose entre los mejores de su género.
No pretendiendo ser quizá la conciencia crítica de su pueblo sino mas bien un protagonista gráfico de su tiempo, de su espacio y de su realidad, este poeta de la ACUARELA carente de deudas e influencias académicas que puedan limitar su vocación creativa y vanguardista denota ya una madures cosechada donde, como regla desaparece la belleza estética, muchas veces decorativa dando paso a un universo de sensaciones reales e indescriptibles y detrás de ellas, con toda su grandeza, el hombre: testigo mudo de experiencias intensamente vividas.
Sin más detalles axiomáticos que refracten lo triste, lo bello, lo profundo y la fuerza de su pensamiento humanista la obra fuentesina vuelve a sorprendernos: esta vez con “RAICES”, material sensible y serio donde pone de manifiesto una vez más su sentir hacia el pueblo.
Su obra, situada en la esfera del realismo poético, es buena muestra de su preocupación humanista; la cual, paralela a su maestría en marcha, la convierten en imperecedera y trascendente perfilándose entre los mejores de su género.
No pretendiendo ser quizá la conciencia crítica de su pueblo sino mas bien un protagonista gráfico de su tiempo, de su espacio y de su realidad, este poeta de la ACUARELA carente de deudas e influencias académicas que puedan limitar su vocación creativa y vanguardista denota ya una madures cosechada donde, como regla desaparece la belleza estética, muchas veces decorativa dando paso a un universo de sensaciones reales e indescriptibles y detrás de ellas, con toda su grandeza, el hombre: testigo mudo de experiencias intensamente vividas.
Sin más detalles axiomáticos que refracten lo triste, lo bello, lo profundo y la fuerza de su pensamiento humanista la obra fuentesina vuelve a sorprendernos: esta vez con “RAICES”, material sensible y serio donde pone de manifiesto una vez más su sentir hacia el pueblo.
La búsqueda incesante de su quehacer pictórico lo arrastra esta vez hacia el mundo de tradiciones y costumbres de nuestras raíces indígenas ya casi olvidadas y a punto de extinguirse. Un universo mítico, una atmosfera mágica, un halo misterioso que seduce y hechiza: la reacción del artista con el alma repleta de impresiones no pudo ser otra.
Atónito y deslumbrado por la fuerza emocional que desprende y comunica nuestro legado cultural con sus destellos de luz que aún se esconden en los desteñidos atuendos o en aquellos rostros vencidos, de mirar triste y altivo, de semblante orgulloso y altanero; celosos de saberse descendientes de un gran pueblo que se niega a morir…
Más allá de un contexto estético, la obra habla por sí sola un derroche desmesurado de colores y sentires ha florecido; la reflexión no sosegada ante sus acuarelas no acepta descripción alguna que distorsione lo plasmado.
He sucumbido ante lo bello, lo triste, lo hermoso y el sentir inclaudicable de un pintor… con el alma desnuda.
René Rodríguez Mina
Noviembre de 1991