La poética plástica de manuel fuentes
1980- 1990
La poética plástica de manuel fuentes
El arte es una posibilidad presente en todo lo real. El Artista, un actualizador de ese arte posible. Para que esa actualización sea eficaz, el artista cuenta con dos instrumentos: el conocimiento y el lenguaje estéticos. El conocimiento estético es el proceso que arranca de la aprehensión de la realidad y, tras intuir lo esencial y lo universal patente en ella, concluye con su formalización en la obra. El lenguaje estético es el conjunto de signos propios de cada expresión del arte, con cuyo dominio y auxilio el artista presencializa es a veces belleza, a veces horror; en todo caso; verdad, pues como ha dicho un pensador: “En arte, lo contrario a lo bello no es lo feo, sino lo falso.”
Manuel es ya un pintor con obra y carrera. Viene exponiendo desde 1981 en eventos colectivos e individuales, nacionales e internacionales. Dueño de una técnica que avanza en mejoría y de una inspiración que crece en profundidad, en sus cuadros alza la realidad hasta una verdadera poética
La poética de Manuel es gozo y dolor de lo real vistos y plasmados “amorizadamente” por los ojos y el pincel del artista. Sus cuadros subyugan por la belleza de la forma – color, luz, tratamiento de los volúmenes y del espacio – y por la fuerza de los temas, muchos de ellos relacionados con el fulgor de la ternura o la congoja
del sufrimiento.
Hombre trabajador, Manuel tiene la capacidad para penetrar intuitivamente en la almendra humana, ver
aquello que gusta de ella pero no se ve – en la afirmación de Chardin -, y luego fijarlo en los lienzos con un conocimiento y dominio certeros y responsables del arte pictórico.
En Manuel, además de su talante de actualizador eficaz de las posibilidades estéticas que ofrecen el mundo,
la vida y el fenómeno humano, sorprende su condición espiritual. En un mundo engolosinado con la forma que alucina, el poder que estremece, el estatus que amedrenta, y el mal que somete, Manuel va viviendo su vida y haciendo su obra con bondad y sencillez. Son las virtudes de aquellos que hacen del arte la religión mayor de sus vidas.
Francisco Andrés Escobar.
Poeta y Escritor, 1998.